lunes, 30 de agosto de 2010

La mala baba de la mona

Hola a todos.

El otro día en el programa Redes de Eduard Punset, se puso un ejemplo de inteligencia animal. A un grupo de monos se le dejó fruta a su alcance, mientras que otro grupo estaba detrás de una valla, desde donde se podía ver la fruta pero no cogerla. Una de las monas que sí podía alcanzarla se la ofrecía a los miembros del otro grupo y, cuando estaban a punto de hacerse con ella, se la retiraba para burlarse de ellos. Explicaban que el acto implicaba inteligencia porque la mona era capaz de imaginar lo que sentían los otros.

Estoy de acuerdo en que actos como el de la mona requieren cierta inteligencia, pero poca. Una mona más lista hubiera ido un poco más allá y se habría puesto completamente en el lugar del otro, sintiendo su frustración y su rabia hasta el punto de superar la satisfacción por tocar las narices. De hecho, si fuera más lista podía haber pensado que en el futuro le podía tocar a ella estar al otro lado de la valla, con lo que antes le hubiera convenido haberse llevado bien con sus vecinos.

Comportamientos como el de la mona se ven a diario entre las personas. A mi modo de ver, tanto el egoísmo como la mala fe son síntomas bastante claros de tener las miras cortas. Pensar en las consecuencias de nuestros actos y mostrar empatía supone más esfuerzo intelectual. Si nos esforzáramos en ello, nos iría mejor como especie. Por desgracia, parece que las ganas de fastidiar aparecieron muy pronto en la carrera por convertirnos en lo que somos. ¿Llegaremos en algún momento a librarnos de ellas? Más nos vale.