sábado, 14 de noviembre de 2009

La prisa como forma de vida

Salud a todos los que me estáis leyendo.

Si no llegas a leer el final, espero que no sea por tener sensación de urgencia.

Una de las cosas más obvias de la vida es que la prisa no es sana. Cuando llega a Madrid una persona acostumbrada a vivir en pueblos o en ciudades más pequeñas, nota cómo la gente va por la calle con cara de enfado, incluso a primera hora de la mañana. Vamos acelerados hacia el trabajo, ventilamos todo tipo de asuntos a la mayor brevedad, comemos deprisa, leemos deprisa o, como oigo últimamente, "en diagonal". Vivimos a 1.5x.

Llevado al extremo, este tipo de actitud llega a ser muy preocupante, como ocurre con los médicos de familia, que tienen el tiempo justo para endiñarte algún medicamento que te quite los síntomas con los que vas. Al problema de fondo, que le zurzan. Si todos los médicos de la sanidad pública en Madrid se atuvieran al tiempo por paciente que les exigen, lo llevaríamos claro. Recuerda esto la próxima vez que tengas que esperar a que te atiendan en la consulta, por favor.

Cuando los que vivimos en grandes ciudades visitamos sitios más tranquilos, nos cuesta un tiempo abandonar ese ritmo. Nos cabrea que el camarero de turno esté charlando con un cliente en vez de atendernos, porque tenemos mucha prisa en tomar algo y salir a ver la ciudad, que para eso hemos ido. Tranquilo, que estás de vacaciones. No por traerte muchas fotos ni por haber hecho muchas visitas vas a disfrutar más de ellas. De hecho, puede que dejarte la cámara en casa te permita fijarte más en lo que te rodea. Y puede que el camarero te cuente algo interesante si colaboras.

Creo que los publicistas, que ahora les ha dado por llamarse creativos, como si el resto fuéramos meros copistas, saben mucho de esto. Te endiñan un mensaje, por lo general, simple, y te instan a que compres sin plantearte opciones. "Domina la carretera". Sí, con un trasto con ruedas de goma. "¿Te gusta conducir?". Mucho, pero con los atascos que me como todos los días, para los que me da lo mismo 60 que 200 caballos, no tanto. "Llega la blancura del futuro". Pues menos mal, porque llevamos años oyendo hablar de que Zutranín Ultra lava más blanco, así que ya iba siendo hora de que nos contaran el final de la historia. O los limpiadores "antibacterias", que hacen mucha falta porque la lejía les hace cosquillas a esos bichos del demonio.

Los trileros y otros timadores, no por casualidad, emplean las mismas técnicas. Date prisa, no pienses, es una oportunidad única.

Otro producto de la vida exprés es la comida preparada. ¿Cuánto tiempo tardas en cocer arroz? ¿Y cuánto en calentar una bolsa de arroz preparado en el micro? Sí, lo segundo es más rápido para ti, aunque no mucho más, y el resultado no se parece ni por asomo. Por no contar con el exceso de envases o el gasto de energía: transporte a la fábrica, cocina, transporte a la tienda y calienta, frente a transporte a la tienda y cocina.

Internet, con toda la información a la que da acceso, en su mayoría de una calidad terrible, ha contribuido a acelerar nuestras vidas de forma radical. Los periódicos publican en sus webs información recién redactada, con un montón de errores ortográficos que, quizá me equivoque, pero no plagaban la prensa escrita (quizá también influya que se hayan cargado a los correctores, por optimizar el proceso de publicación y abaratar los costes). Ya ha habido varios casos de difusión de bulos aparecidos en Internet por parte de periódicos serios, porque se emplea menos tiempo en contrastar las fuentes. El caso del supuesto niño en el globo ortopédico ese de hace pocos días, que me sorprendió cuando puse las noticias ya empezadas, debería haber hecho reflexionar a más de uno, sobre todo teniendo en cuenta que se veía a la legua que eso tan blandengue no podía soportar el peso de un niño ni de lejos. Y a todo esto, ¿se merece más atención ese niño o el zote de su padre que todos los niños que se están muriendo de hambre, prostituyéndose, matando en guerras...?

Un poco de calma. Los sabores en la cocina se mezclan mejor a fuego lento. Cuando la rapidez se convierte en objetivo, se dejan muchos muertos por el camino. Piensa.

viernes, 6 de noviembre de 2009

El encabronador (o cómo torturar psicológicamente al que tienes al lado)

Saludos a todos los que me estáis leyendo.

Arranco la serie con uno de los perfiles de estupidez que más me llama la atención últimamente, el del encabronador.

Las personas de este grupo se caracterizan por estar siembre buscando un tema con el que despotricar. Es muy fácil encontrarles en el trabajo, generalmente en las cafeterías o en los pasillos, agarrados al oído de sus víctimas, venga a rajar y a rajar. Que si este, que si el otro, que si pum, que si pam... Será que, con esto de la crisis, los individuos de este grupo se están haciendo notar, pero de un tiempo a esta parte me tienen achicharrado.

Por lo que he observado, al encabronador le da llorona con un tema hasta que encuentra algo mejor, pero nunca se olvida de sus filones pasados. Haz la prueba. Coge a tu encabronador favorito, llévatelo aparte (se necesita intimidad), y saca a relucir a cualquiera de los personajes de las conversaciones que hayas tenido con el sujeto del experimento en el pasado (si es que eres capaz de recordar alguna). Los efectos serán inmediatos. Quizá empiece por un ¡ah, sí!, o un ¡joder, esa!, o algo así. Agárrate, que empieza el run-run.

Los encabronadores hacen migas entre sí durante un tiempo, porque da mucho juego. De hecho, les proporciona nuevas fuentes de bilis. Ni ellos mismos se soportan después de un plazo prudente, por lo que es probable que pasen a ser objeto del odio de sus contrarios. Como decía uno de mis profesores de mi infancia, la vida es más dura que el hueso de un pepino.

Si a un encabronador le das anonimato, le conviertes en un arma letal. Sólo tienes que asomar la nariz por sitios como TrabajoBasura.info para ver a qué me refiero. Los foros de discusión, blogs y demás están llenos de comentarios venenosos de encabronadores anónimos. La figura es tan vieja en Internet, que en los tiempos del USENET ya se puso nombre a las discusiones que provocaban (flame wars), y se daba el sabio consejo de ignorarles, lo que es tremendamente efectivo. Si no se les presta oído, se les corroen los interiores.

Además de en el trabajo, se puede encontrar a este tipo de individuos en las reuniones de vecinos (¡ouch!), y en las colas de todo tipo, especialmente en las de los transportes públicos y en las de la Administración. Otro lugar con un alarmante grado de concentración encabronadora son los programas de televisión de cotilleo callejero, donde despedazan a cualquiera a comisión y sin contemplaciones. ¡Cuánto daño ha hecho Berlusconi a la humanidad!

¿Qué tiene de estúpido el encabronador? Mucho. Es alguien que no se suele poner en el lugar del que critica. Si acaso, ofrece soluciones de Perogrullo a los problemas que le llenan la boca. Es cobarde y no admite responsabilidades, que son incompatibles con su actitud ante la vida. Busca problemas en todo como base de sus críticas, y no se para a pensar en el lado positivo de las cosas. En definitiva, su actitud no ayuda a mejorar absolutamente nada, lo que no me parece precisamente inteligente.

Qué miedito.