viernes, 6 de noviembre de 2009

El encabronador (o cómo torturar psicológicamente al que tienes al lado)

Saludos a todos los que me estáis leyendo.

Arranco la serie con uno de los perfiles de estupidez que más me llama la atención últimamente, el del encabronador.

Las personas de este grupo se caracterizan por estar siembre buscando un tema con el que despotricar. Es muy fácil encontrarles en el trabajo, generalmente en las cafeterías o en los pasillos, agarrados al oído de sus víctimas, venga a rajar y a rajar. Que si este, que si el otro, que si pum, que si pam... Será que, con esto de la crisis, los individuos de este grupo se están haciendo notar, pero de un tiempo a esta parte me tienen achicharrado.

Por lo que he observado, al encabronador le da llorona con un tema hasta que encuentra algo mejor, pero nunca se olvida de sus filones pasados. Haz la prueba. Coge a tu encabronador favorito, llévatelo aparte (se necesita intimidad), y saca a relucir a cualquiera de los personajes de las conversaciones que hayas tenido con el sujeto del experimento en el pasado (si es que eres capaz de recordar alguna). Los efectos serán inmediatos. Quizá empiece por un ¡ah, sí!, o un ¡joder, esa!, o algo así. Agárrate, que empieza el run-run.

Los encabronadores hacen migas entre sí durante un tiempo, porque da mucho juego. De hecho, les proporciona nuevas fuentes de bilis. Ni ellos mismos se soportan después de un plazo prudente, por lo que es probable que pasen a ser objeto del odio de sus contrarios. Como decía uno de mis profesores de mi infancia, la vida es más dura que el hueso de un pepino.

Si a un encabronador le das anonimato, le conviertes en un arma letal. Sólo tienes que asomar la nariz por sitios como TrabajoBasura.info para ver a qué me refiero. Los foros de discusión, blogs y demás están llenos de comentarios venenosos de encabronadores anónimos. La figura es tan vieja en Internet, que en los tiempos del USENET ya se puso nombre a las discusiones que provocaban (flame wars), y se daba el sabio consejo de ignorarles, lo que es tremendamente efectivo. Si no se les presta oído, se les corroen los interiores.

Además de en el trabajo, se puede encontrar a este tipo de individuos en las reuniones de vecinos (¡ouch!), y en las colas de todo tipo, especialmente en las de los transportes públicos y en las de la Administración. Otro lugar con un alarmante grado de concentración encabronadora son los programas de televisión de cotilleo callejero, donde despedazan a cualquiera a comisión y sin contemplaciones. ¡Cuánto daño ha hecho Berlusconi a la humanidad!

¿Qué tiene de estúpido el encabronador? Mucho. Es alguien que no se suele poner en el lugar del que critica. Si acaso, ofrece soluciones de Perogrullo a los problemas que le llenan la boca. Es cobarde y no admite responsabilidades, que son incompatibles con su actitud ante la vida. Busca problemas en todo como base de sus críticas, y no se para a pensar en el lado positivo de las cosas. En definitiva, su actitud no ayuda a mejorar absolutamente nada, lo que no me parece precisamente inteligente.

Qué miedito.

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